jueves, 8 de abril de 2010

Insomnio constante


J
usto cuando se apagan las luces, cuando la oscuridad se apodera de la calle, cuando el silencio reina el ambiente, cuando sólo oyes a tu mente divagar... en ese instante me siento más cerca de mí mismo. Mis pensamientos se transmiten hacia mis manos sin pasar por intermediarios. Mi consciencia duerme. Nada me impide hacer alguna locura, echarme a reir o a llorar sin sentido. Únicamente porque el cuerpo me lo pide. Ser partícipe de un debate conmigo mismo sobre si debería ir o no a ninguna parte en el otro lado del pais. Explicarme por qué debo cambiar mi aspecto o por qué mi vida lleva un rumbo que yo no he propuesto. Estoy solo y no siento la soledad. Pienso en todo y no saco ninguna conclusión.

Escucho gritos en la calle. Niños que chillan a sus "amigos". Parece que se divierten. Interrumpen mi pensamiento. Ahora la noche no es tan mágica, ha perdido pureza. Suena un tubo de escape, posiblemente de un coche. Algún gamberro cree que puede correr porque está solo en la carretera. Si mañana aperece en los periódicos la culpa será de otro. Tacones. Paso ligero que no cesa por mi calle. La vecina de enfrente acaba de llegar de una noche de fiesta. Me he vuelto a distraer. Ya no puedo pensar, no sé en qué estaba perdida mi mente. He perdido el hilo.

Supongo que toca dormir. No tengo sueño. Por más que ruedo de un lado a otro de la cama intentando encontrar una postura cómoda mi cuerpo se niega a reposar agusto. El brazo, la pierna, el cuello, la mano... si no es una cosa, es otra. Ahora siento calor. Si me levanto a abrir más la ventana sé que no volveré a acostarme pasado un tiempo. Necesito aire. Abro la ventana pero las nubes llaman mi atención, la fria brisa recorre mi cara, cierro los ojos y vuelvo a estar agusto. Una moto acelerando vuelve a destrozar la situación. Dejo la ventana y bajo a la cocina a beber agua. Unos minutos sentado en la banqueta mirando al piso no me harán daño. El suelo está helado. Me gusta su tacto. Comienzo a sentirme bien. Subo las escaleras y me acuesto, ya no siento calor. Ahora estoy cómodo. Cierro los ojos.

Me despierto. Miro el reloj y son las seis. Es temprano. No quiero levantarme para ir a trabajar pero es lo que se debe hacer. Me ducho, me lavo los dientes, me peino y me visto. La reunión/desayuno me espera. Otra noche que ha llegado a su fin. Otra más que se suma a las tantas que he pasado semidesvelado sin poder encontrarme a mí mismo. Sin consultar a mi subconsciente y saber qué es lo que deseo realmente.

Tras diecinueve horas me siento de nuevo delante del ordenador. Mi blog ha tenido bastantes visitas. El silencio vuelve a reinar en mi casa. Sin pensar comienzo a escribir:

Justo cuando se apagan las luces, cuando la oscuridad se apodera de la calle, cuando el silencio reina el ambiente, cuando sólo oyes a tu mente divagar...

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