jueves, 1 de abril de 2010

Sobriedad pasajera

Acabo de llegar de casa de un amigo. Fui a ver el partido de la Europa League entre Valencia y Atlético de Madrid. Luego vimos una película y volví a casa. Salí sobre la una y media de la mañana y he llegado antes de las dos. No tardé tanto como esperaba.

Me quedé en una parada algo lejana de mi casa. Quería caminar un poco. Sentía la necesidad de estar andando solo y poder sentirme agusto. Hay veces que ayuda. No sé si es el silencio que reina en la calle a esas horas, la falta de gente o simplemente la oscuridad de la noche. La sensación que me produce la soledad en una calle, avenida, parque... me hace sentir bien. Es algo extraño, me gusta sentirme solo en la noche.

Todo esto se desmorona cuando enfilo mi calle. En ese instante en el que vislumbro la puerta de mi casa todo se va. Ya no me siento bien. Sé que entraré, me ducharé y en el momento en el que termine de lavarme los dientes me quedaré mirando mi figura ante el espejo. Pasarán los minutos y yo seguiré incrédulo observandome, pensando en los acontecimientos que han marcado mi vida en los últimos meses.

Cada vez que pienso en ello... mejor no pensar en ello...

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