lunes, 22 de febrero de 2010

Son todas iguales

Levantarse sobre las diez de la mañana no suele ser sano. Pero es la hora más tardía desde hace meses (llevo despertándome a las ocho y nueve de la mañana desde noviembre aproximadamente), y eso se agradece. Me dormí sobre las cinco.

La mañana fue algo suave. Lucía el Sol como si fuera un dulce día de verano, reinaba un silencio únicamente interrumpido por los coches y el tragín usual del barrio, la leve brisa fresca que entraba por la ventana de mi habitación me hizo pensar que hoy sería un gran día. Pero claro, "Hoy hace un día precioso, verás como viene alguien y lo jode". Y así fue como comenzó a sonar la melodía de Furia Jóven que llevo por tono de llamada, dejándome medio sordo y con los ojos abiertos como platos.

No podía ser otro, mi "jefe". Y lo digo entre comillas porque aun espero ese ansiado contrato que me prometió hace ahora mismo un par de meses. No descolgué. No se merece que me pegue ocho horas diarias delante de un ordenador para que luego me pague unos míseros (pero bien recibidos) 450€. Él decía que me pagaría los dias diecisiete de cada mes... estamos a veintidós y aun no he cobrado las horas que me faltan de diciembre-enero y el salario de enero-febrero.

Voy a tomarme el dia libre, pensé. Y así lo hice, obviaré en este post el hecho de que sonó el teléfono en innumerables ocasiones y no descolgué. No tenia los ánimos para aguantar a un peninsular hablando rápido y mal mientras me echaba la bronca haciéndose pasar por mi superior cuando no tenemos contrato de por medio.

Y será por eso que la mañana se me pasó volando y pude disfrutar de la emisión de Los Simpsons y Family Guy. Almorcé bien, la verdad. Los tollos con papas arrugadas se agradecen en una época en la que está todo tan caro...

Me aburría después de comer... la conversación con mi ex-novia me había dejado un mal sabor de estómago (¿Qué raro no?). Así que decidí irme a clase antes de tiempo. Llamé a Fran y tuve la suerte de que hoy le tocaban dos horas libres de cinco a siete, así que quedamos en el instituto, pasamos por La Garriga para comprar un par de bocadillos, un par de refrescos, y pa'l coche.

La conversación se desarrolló como de costumbre, hablando de trivialidades. Hasta que salió el tema de las parejas, y volvimos a la mismo de siempre...

- Son todas iguales - me dijo.
- Lo sé - respondí.

Puto materialismo...


P.D.- Fran, gracias por escucharme y darme tu opinión cuando la he necesitado. Eres buena gente, Sverisk Boy.

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