miércoles, 17 de marzo de 2010

Echo de menos...

Hacía días que no podía sentarme con tranquilidad delante del portatil. Entre los anteriormente mencionados exámenes finales y el trabajo he estado que no paro. Tengo una carga psicológica bastante grande la verdad.

Por fín puedo puedo escribir lo que he pensado durante estos días ya que debido a tener que pasar noches en vela estudiando mi vida ha tenido algunos cambios. No sé si es conveniente publicarlos en internet, a la vista de tod@s, pero ya lo decidiré cuando llegue a cada párrafo.

Los exámenes han ido como la seda. He aprobado con un notable alto el módulo. Ahora toca ir al módulo de "integración" y luego a las FCT (Formación en Centros de Trabajo). Si mal no recuerdo tengo plaza en una empresa de audiovisuales... espero que todo se desarrolle bien de aquí en adelante...

Cambiando de tercio diré que tuve cita con la doctora esta mañana. Me toca llevar la férula dos semanas más. Otros catorce días de vivir con un yeso en el brazo izquierdo sin posibilidad de coger bien ni siquiera un lápiz o una taza. Qué mal. Al menos hay una nota positiva en todo este tema, y es que, obviando que voy a percibir un dinero por el accidente, mañana me cambian el vendaje. Parecerá una bobería pero para mí es importante, al menos intentaré que me recorten un poco la férula para que no me cubra tanto brazo. No entiendo por qué la tengo tan extendida sobre el brazo si mi fractura es de escafoides. Pero bueno, ellos son los médicos. Ellos dictan.

¿El trabajo? Bien. La verdad que no me falta y eso lo agradezco. Es una forma de concentrarme en algo y no pensar en lo demás. Así supongo que superaré lo que me aflige...

He estado pensando y echo de menos muchas cosas. Todas de cuando tenía pareja...

Echo de menos el despertarme y pensar que otra persona se despierta pensando en mí. Echo de menos cuando sonaba el teléfono y en la pantalla salía aquel sobrenombre cariñoso. Echo de menos los besos, caricias y abrazos que relajaban mi mente y me abstraían de lo que pasara en el mundo. Echo de menos aquellas llamadas nocturnas en las que me podía pasar una hora hablando. Echo de menos cuando me besaba de esa forma tan característica y que tanto me gusta. Echo de menos su forma de acariciarme, por esas zonas que sólo ella conocía. Echo de menos la forma en la que me cogía la mano y me la tocaba diciendo que le gustaba. Echo de menos que me pase su mano por el pelo. Echo de menos que pase las noches conmigo, entrelazándonos y sintiéndola como si formásemos parte de un solo cuerpo. Echo de menos que me riña por saber tanto sobre tantas cosas. Echo de menos el sonido de su voz... de su risa. Echo de menos el tacto de sus labios sobre los mios. Su leve mordisco cariñoso que me demostraba pasión y delicadeza. Echo de menos su manera de hablar. Echo de menos sus lágrimas. Echo de menos su atención. Echo de menos su presencia en mi vida...

Pero no todo es tan sencillo como olvidarla. No puedo abrir mi ropero. Ella tiene aun un espacio guardado con la ropa que dejó en él. No soy capaz de quitarla. De hecho, no soy capaz de abrir el mueble. Tengo la ropa amontonada en el escritorio como si de un baúl de ofertas se tratase. Hasta que no sea capaz de enfrentarme al hecho, no lo habré superado. Ella sabe que debe venir a por sus cosas porque se lo dije en su día. No sé cómo habrán cambiado los acontecimientos para que haya borrado todo contacto conmigo en las redes sociales.

Y aun así es cierto, no quiero tenerla de nuevo conmigo. La parte racional de mi mente hace caso omiso a lo que dicta mi corazón y me obliga a pensar que ella, además de que no volverá nunca, si lo hiciese, yo no le debo dar la oportunidad de volver a estar conmigo. Pero el corazón ha ganado varias batallas... nunca he dicho "De'ste agua no beberé" y nunca lo diré.

Aun así no puedo tener una relación nueva. He intentando varias veces ya estar con otras personas pero no me llenan. No tengo el tiempo necesario para "perder" con otra pareja buscando ese equilibrio en los besos, caricias, abrazos, etc. No puedo estar enseñando a alguien a besar, morder, acariciar, e incluso cuando se va de manos. Prefiero acostumbrarme a la soledad y que pase el tiempo. Disfrutar de la vida como soltero y sin ataduras. Nadie me provoca interés. No me despiertan curiosidad por conocer cómo es. Ese aspecto para mí es esencial y donde no hay, no puedo sacar por arte de magia.

Alguien me dijo una vez: "¿Quién sabe? No conocemos las vueltas que da la vida"; es una verdad absoluta. No sé qué me deparará la cadena de acontecimientos venideros pero una cosa es segura. Afrontaré todo lo que me prepare la vida.

Lo peor de todo es que ahora me toca apagar el portatil, meterme en la cama e intentar conciliar el sueño que, por si no lo recuerdan, me esquiva desde hace varios meses.

Y es que esto son Reflexiones de Madrugada. Gracias, insomnio.

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